Nuestras vidas nos son propias. No se trata de que
alguien dictamine cómo deberíamos vivirlas. Todo lo
que aguarda a quienes permiten que su vida se
encuentre arrastrada por lo que otra gente dice o hace
es infelicidad. simplemente necesitamos tener la
convicción de decir: ¨Esto está bien. Este es el
camino. Lo voy a seguir. Estoy contento.¨ La felicidad
nace de tal fortaleza interior. Por demás, aquellos
que se devocionan a sí mismos en concordancia con la
Ley Mística no pueden fallar en realizar vidas de
total satisfacción.
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